viernes, 12 de octubre de 2007

¿Por que podría sugerirse trabajar con investigación aplicada en la educación como disciplina para incorporarla a trabajos a nivel licenciatura?


Cuauhtémoc Morales Sánchez

Yo, en mi papel como docente, puedo amparar la justificación de mi función -como dice D. Schön- en hacer uso de la racionalidad técnica o a la racionalidad práctica, en la primera tengo la opción de instalarme como un técnico de la educación en la que cumpla con los requerimientos laborales en torno a la transmisión de conocimientos hacia el alumno, con una realidad establecida e inmóvil.

La otra es la racionalidad práctica en la cual se conjunta la experiencia con el saber, atendiendo el contexto y los fines institucionales.

Por decisión tomo la segunda opción y esto me coloca como un participante de un mundo cambiante para poder construir los problemas a observar, esto es problematizar, tener una conversación reflexiva con uno mismo.

Esto que se constituye en una metodología dentro de un modelo de intervención que generalmente involucra tres procesos: conocimiento en acción, reflexión en la acción y reflexión sobre la acción.

Por tanto este proceso que de intervención que intento aplicar esta orientado a recuperar saberes de las asignaturas de: Metodología de la investigación; Taller de investigación educativa; Estadística descriptiva e inferencial; Taller de estadística aplicada a la educación; Proyectos de innovación educativa; Servicio social; Prácticas profesionales; Taller de trabajo recepcional.

por otra parte, como es habitual el trabajo colegiado es escaso en los profesores participantes en la línea –de hecho este seminario tiene ese propósito de reflexionar para mejorar las condiciones- de aquí que surge la necesidad de incorporar un periodo de sensibilización sin créditos ni carga académica obligatoria, en el séptimo periodo cuatrimestral, con la intención de enfrentar a los alumnos a un proceso de observación del campo problemático de su disciplina de estudio, que hizo pertinente el trabajar con los alumnos.

He aquí donde comienzan los problemas para el docente si no esta conciente de al menos dos cosas: 1) que el estudiante no generará un producto suficientemente acabado en doce semanas para considerarlo una aportación al conocimiento científico y 2) el alcance de la propia función del profesor del taller de trabajo recepcional.

Aquí me apoyaré citando al Dr. Díaz Barriga -ver entrada líneas mas abajo- que dice “Para mi, hablar de investigación es hablar de un ejercicio riguroso. Esto significa que en la corriente de pensamiento en que se encuentra, tenga: o bien sus objetivos delimitados, o bien sus supuestos o bien sus hipótesis”; por tanto lo menos a lo que podemos comprometernos es ha realizar un acercamiento real a un ejercicio riguroso de investigación.

Surge en este punto de coyuntura la necesidad de tomar una decisión en cuanto a la mejor utilización del tiempo del alumno para que al menos pueda experimentar una vez bajo la dirección de un asesor el proceso formal de investigación de forma asistida.

Esta decisión en mi caso particular esta orientada a la investigación llamada aplicada ya que requiere no de un desarrollo de una teoría propia para la explicación de fenómenos o hechos, sino solo la búsqueda de información suficiente para abordar la problemática y orientar la investigación a una posible solución, una característica es que tiene un margen de generalización limitado.

Esta decisión se encuentra dentro de un tipo de investigación y su contraparte es la investigación pura (básica).

De esta manera podemos considerar la investigación aplicada como aquel procedimiento con fines de resolución de problemas prácticos que utiliza los medios tecnológicos disponibles, sustentado sobre bases empíricas y sin embargo dependiente de la investigación básica.

La finalidad pues, es enfrentarlo a un ejercicio metacognitivo que involucre las principales operaciones cognitivas; observación, comparación, relación, clasificación, ordenamiento, análisis, síntesis y evaluación.

Es un proceso gradual y sistemático que no puede obtenerse más que por la maduración de estructuras creadas de forma personal y en este caso asistida.

Existe una clasificación de tipos de investigación según Bisquerra (1989) que se me hace muy interesante y didáctica.

Los tipos los clasifica según: el método formal, el grado de abstracción, la naturaleza de los datos, la concepción del fenómeno educativo, la orientación (conclusión, decisión), la manipulación de las variables, la dimensión cronológica, el objetivo, el enfoque, las fuentes, el lugar, la temporalización y el número de individuos.

Aquí es donde caigo en un estereotipo referenciado al manual.

Y aunque los profesores de licenciatura nos sigan considerando investigadores de “manual” hay que comprender que aunque hayamos adquirido algunas habilidades y conocimientos a lo largo de nuestra actividad docente en cuanto a la investigación, cada generación a la que atendemos es nueva y diferente, por tanto permítame una analogía, “seamos como los árboles que yacen junto al río, nutrámonos del agua fresca y compartamos con quienes pasan por la corriente: la referencia, para indicar el rumbo; protección, para realizar sin perder la sensación de reto y logro; y alimento intelectual, para que quienes interactúen con nosotros sientan haber aprovechado su tiempo; y por último dejémosle continuar su camino, pues nuestra real función es hacernos innecesarios al final del tiempo, para que los demás caminen por si mismos”.

Y de cuando en cuando dejemos caer un fruto, al menos una vez al año sobre nuestra propia producción intelectual.

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